CAGE
OPEN - DOMINGO
~Canción
de las ranas~
Pero
cuando me dirigí a la puerta principal, esta noche tenían el doble de Kibatarou
que ayer, y además estaban más fuertemente armados.
Y
tenían las armas en lo alto, listas para disparar al menor movimiento.
Me
dirigí al estacionamiento.
No
había nadie. Tampoco el Kibatarou que se había separado de la manada.
Que
fastidio.
Y no
había ningún niño a la vista.
Entonces,
cuando estaba pensando en otro lugar a donde ir, vi varios osos caminando en
diferentes direcciones.
Se
dirigían hacia un solo edificio. Probablemente el edificio más grande que había
visto en este lugar.
Como
estaba cerca de la entrada y era tan grande que llamaba la atención, pensé que
su utilidad para mí sería limitada. Y sin embargo …. Justo en ese momento,
alguien salió por la puerta.
Me
arrodillé junto al camino.
Era
un hombre de cabello rubio que vestí aun traje.
Bueno,
no parece ser duro a simple vista. Pero no me gusta el pelo largo. Y no tenía
un tipo de cara “linda”. Fuera de eso.
Un
Kibatarou salió con él antes de que ambos desaparecieran nuevamente dentro del
edificio.
Enfoqué
mis ojos, sabiendo que tenía que haber una cámara oculta allí. No pude verla,
pero podría estar escondida en cualquier lugar.
Me
acerqué a la sombra del edificio. Cuando miré por la ventana pude ver que había
una luz encendida en el interior. ¿Había alguien allí?
Vi
como un Kibatarou se dirigía a la entrada nuevamente. Pude verlo abriendo la
puerta.
La
ventana … estaba cerrada, por supuesto.
No se
pudo evitar, así que esperé junto a la puerta a que saliera un Kibatarou en
solitario y le pregunté sobre el paradero de Saiki.
Se
necesitaron 19 uñas de manos y pies, un ojo y su brazo izquierdo para lograr
que éste hablara. También le pedí que me diera la llave de la puerta trasera.
Usando
eso, entré.
No
había un interior oscuro, ni una atmósfera lúgubre en absoluto. Escuché que
aquí hay una sala de transmisión en el segundo piso.
Subí
las escaleras.
Incluso
convenientemente tenían el nombre de la habitación escrito en el exterior.
Sala
de Radiodifusión.
“Como
en una escuela” pensé, abriendo la puerta.
Inspeccioné
cuidadosamente la habitación desde el exterior, podía esperar a ver si alguien
salía, pero quién sabe cuánto tiempo podría llevar. Así que simplemente abrí la
puerta.
No
había nadie dentro.
Así
que entré en la habitación, me quedé a la sombra de la puerta con las tijeras
preparadas y esperé.
La
habitación estaba insonorizada, así que abrí la puerta un poco para poder
escuchar cualquier cosa.
Un
par de pasos resonaron. Podría suponer que probablemente pertenecían a un
hombre alto de aproximadamente 1.80 cm, quizás de complexión mediana.
Pasaron
de largo.
Después
de unos minutos.
Otro
par de pasos resonaron. Era un gordo de 1.60 cm. Es una molestia. Estuve
tentado de salir y matarlo.
Esta
vez hubo dos pares de pasos más.
Uno
de ellos era claramente pequeño. Bingo.
El
sonido se hizo más cercano, pero se detuvo en la distancia. Quizás se había
dado cuenta de que la puerta estaba entreabierta.
Pero
esta distancia en realidad funcionó a mi favor.
Kibatarou:
……
Incluso
si ese no es el caso, está ahí fuera preguntándose qué tipo de persona espera
aquí para tenderle una emboscada.
Las
tijeras son difíciles de usar. Si las guardo en el bolsillo demasiado tiempo,
se desgastan y se vuelven inútiles. Las tijeras pequeñas eran otra historia,
pero veo que ellos no cuentan con armas de corto alcance como ésta, ¿no?
Porque
el combate a corta distancia es lo último que esperarías.
Esta
era la segunda vez que los apuntaba al cuello de un disfraz de mascota
Kibatarou.
Entonces
pude perforarlo limpiamente. Podía sentir la resistencia mientras penetraba su
mandíbula superior, así que las hundí aún más profundamente.
Un
sonido ahogado de algo rompiéndose se escuchó. Sin demora, lo empujé hacia el
interior de la habitación. Junto con el niño que estaba a su espalda.
Cerré
la puerta.
Agarré
al niño por su camisa y lo atraje hacia mí sin demora. Apuntando la punta de
mis tijeras en su cuello.