Prólogo 3
Konoe apartó la cara de la antorcha y se dirigió a casa.
OPCIONES
1.
Pensar
en el estado del sacrificio
2.
No
pensar en el estado del sacrificio
Elegir la primera
opción
El crujido de la
antorcha lo molestaba. No fue tan fuerte, pero Keiju estaba al tanto de muchas
cosas hoy.
Fue un día
importante. Un día de odio.
En presencia del
otro gato, Naki, sintió que ya estaba siendo destrozado.
Todo lo que se
dijo hace algún tiempo era la palabra “por qué”. Le resultaba difícil pensar en
otra cosa que decir.
“No pongas esa
cara, Keiju”- Naki murmuró con una voz calmada
Naki extendió su
mano hacia las orejas marchitas de Keiju. Su cuerpo temblaba sutilmente.
Este fue el último
día en que sentiría los delgados dedos de Naki, y después de hoy, nunca más
sería tocado por esta mano.
Se sentía como un
niño otra vez. Su corazón vaciló.
Keiju: ¿Por qué?
Naki: Todos los
gatos que fueron sacrificios también pensaban así. Yo no soy especial
Keiju: Eso ya lo
se. Pero… ¿por qué…?
Qué ridícula ley.
Keiju entendió que la situación era grave y que había que hacer algo. Pero
respaldar el canibalismo era una locura.
¿Estaba el mundo conducido a tal locura ahora?
Sentía que su
cuerpo estaba siendo desgarrado desde adentro. Keiju sintió que era como si se
estuviera volviendo loco.
Puso su mano en la
mejilla de Naki y lentamente recorrió su cuello, hasta sus hombros y,
finalmente, su pecho.